jueves, 17 de enero de 2013

El deficiente asesoramiento a los inversores

La decisión del Banco de España de limitar la rentabilidad de los depósitos bancarios, para evitar una guerra del pasivo que deteriore todavía más su rentabilidad, ha creado cierta polémica en los últimos días. Un argumento que he podido escuchar es que esta decisión va en contra de los intereses de los inversores, al limitar la rentabilidad que pueden obtener en esos productos. Aunque en sentido estricto esto puede parecer así, creo que realmente los interesados en los depósitos de alta remuneración son los bancos, que los utilizan en sus campañas de captación de pasivo, y no tanto los inversores que se dejan llevar por el
atractivo de esas rentabilidades sin plantearse si esa inversión es coherente en su estrategia a largo plazo.

En términos generales, la cuestión de las inversiones de las personas en España está dominada por los intereses de los bancos e intermediarios financieros, en el sentido de que son éstos quienes inducen a los inversores a qué productos dirigen su ahorro. En lugar de hacer un planteamiento a largo plazo acorde a las características y necesidades de cada persona, y elegir las inversiones en consecuencia, se venden productos con la intención principal de captar al cliente.

Si analizamos la diversificación por clases de activo del patrimonio global de las familias españolas, en comparación con las de EEUU, nos encontramos con la conocida especificidad del ahorro en España: su masiva concentración en el inmobiliario. Esto ha sido así en el pasado, y ha tenido consecuencias positivas y negativas. Entre las positivas, que realmente ha sido una vía de acumulación de riqueza muy efectiva porque te compromete a un ahorro constante a largo plazo. Entre las negativas, que ha ido demasiado lejos, generando una asignación ineficiente de activos y favoreciendo la "burbuja" de crédito que hemos padecido. Según cifras de 2008 en España y 2012 en EEUU, la inversión inmobiliaria suponía el 70% de los activos totales de las familias en España frente al 22% en EEUU. Aún contando con una depreciación del orden del 30% hasta hoy, todavía supondría un 50% de los activos de las familias.


Si la asignación global de los activos de las familias en España no parece muy eficiente, todavía menos lo es la diversificación de los activos financieros. El peso de los depósitos en España alcanza el 50% de los activos financieros, frente a un 16% en EEUU. ¿Qué sentido tiene tener un 50% de los activos invertidos en un producto de corto plazo y, en general, baja rentabilidad? En contrapartida, la inversión en productos financieros con vocación de largo plazo como acciones, renta fija, fondos de inversión y planes de pensiones supone sólo el 36% de los activos financieros en España frente al 80% en EEUU.


Sólo se me ocurren dos explicaciones a esta "política de inversión" de las familias españolas: o bien los españoles padecen una aversión al riesgo muy superior a la de otros países desarrollados, o bien están mal asesorados. Personalmente me inclino por la segunda. Aunque es cierto que existen diferentes perfiles a la hora de caracterizar a las personas como inversores, dudo que su distribución varíe significativamente de un país a otro.

En todo caso podría decirse que los españoles padecen de una cierta "aversión al riesgo imaginaria", inducida por una incorrecta percepción del riesgo a largo plazo de los diferentes tipos de activos. Y aquí volvemos a la cuestión clave de la deficiente información o asesoramiento que reciben. En general las personas perciben que los depósitos no tienen riesgo, porque no tienen en cuenta el riesgo de reinversión: si yo contrato hoy un depósito a un año me aseguro una rentabilidad determinada en ese plazo pero, ¿a qué rentabilidad podré reinvertir ese dinero dentro de un año? Este riesgo desaparece (a cambio de otros obviamente) si invierto en bonos a largo plazo asegurándome una rentabilidad fija en un horizonte de inversión determinado. Esto me permite tener unas expectativas aproximadas de la evolución de mi patrimonio a largo plazo, y tomar decisiones de inversión con criterios racionales propios. La alternativa de estar a lo que ofrecen los bancos en sus campañas persiguiendo sus intereses deja en manos de otros las decisiones clave sobre mis inversiones.

En el extremo opuesto, los españoles tienen en general una percepción de riesgo de la Bolsa superior al que realmente tiene. La clave aquí es la consideración de la Bolsa como un vehículo de especulación a corto plazo frente a su uso como inversión a largo plazo. Lo cierto es que la imagen que se transmite de la Bolsa desde los medios y la propia industria financiera la caracteriza más como un "juego" de alto riesgo, donde se puede ganar o perder mucho en poco tiempo, que como una forma de inversión a largo plazo con atractivas expectativas de rentabilidad. Una vez más, a alguien le interesa que esto sea así, y ese alguien no es el inversor.

Personalmente creo que en el actual entorno de tipos de interés, rentabilidades de los depósitos por encima del 4%, cuando éstos están implícitamente garantizados por el estado, suponen una distorsión del mercado que empuja a los inversores a una asignación errónea de sus inversiones al centrar su ahorro en instrumentos de corto plazo y dejar de lado una adecuada planificación a largo plazo.

Fuente: Expansión.com

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