domingo, 29 de abril de 2012

¿Qué hacer con los ahorros?

En la época actual de crisis, los ahorradores no tienen nada claro qué hacer con su dinero. Los mercados obligan al ciudadano a hacer un curso diario acelerado en microeconomía. Acciones, bonos, fondos de inversión... No hay que tomar decisiones a la ligera y sin estar muy bien asesorado; y ojo con los 'sabios', que no existen las recetas mágicas para la gestión del ahorro.

El ahorrador no debe olvidar...


A pesar de mis casi cuatro décadas dedicadas al mundo del asesoramiento financiero, aún me sigue sorprendiendo de que, sistemáticamente, se continúen cometiendo los mismos errores de siempre. El concepto ahorro
siempre debe asociarse al largo plazo, ya que a corto plazo lo que hacemos con nuestro dinero será o especulación (invertir esperando ganar mucho en poco tiempo) o gestión de tesorería. Así que ni se ahorra dejando el dinero en una cuenta corriente ni tampoco comprando y vendiendo acciones constantemente.

Cuando ahorramos, renunciamos a consumir hoy para, de aquí a unos cuantos años, poder consumir o lo mismo o, a ser posible, más con ese dinero que hemos apartado. Nunca menos.

Rentabilidad real positiva. Para que nuestro ahorro no valga menos, para que no pierda poder adquisitivo, hemos de lograr que, cuando lo recuperemos, haya obtenido una rentabilidad real positiva, es decir una rentabilidad que –como mínimo– supere dos obstáculos: la inflación y los impuestos del capital. Eso, si hacemos bien los números, hoy en día significa que necesitaremos más de un 5% anual de media a lo largo del periodo de inversión.

No hay ningún activo que garantice un 5% a largo plazo, no sin asumir riesgos. Si le ofrecen un 5% o más y sin riesgo, desconfíe y lea la letra pequeña, seguramente encontrará algún pero. La rentabilidad real positiva sin riesgo no existe. El riesgo se puede gestionar, se puede aminorar; básicamente diversificando: geográficamente (incluyendo no sólo países desarrollados, sino también emergentes), por tipos de activos, por divisas, etcétera.

Nunca se endeude para invertir, sólo invierta el dinero que no necesite a corto plazo, es decir, el ahorro. Ahorrar requiere una cierta dedicación, tanto de tiempo como de atención. No deja de maravillarme que invirtamos horas y horas en escoger qué coche o televisor nos vamos a comprar y en cambio en pocos minutos queramos decidir qué hacer con nuestro dinero. Antes de decidir, infórmese, pregunte y compare.

No siga a la manada. Si no entiende, no compre. El ahorro es algo muy serio. Es el reflejo del sacrificio, los esfuerzos y las renuncias de una persona. Por eso, no se lo tome a la ligera y nunca invierta en un producto que no entienda. Por muy bonito que parezca o por mucho que se fíe de su interlocutor, si usted no lo comprende ni lo ve razonable, absténgase. De la misma manera, no se deje influir ni por las modas ni por los titulares de los medios de comunicación: evite seguir a la manada. Si la lógica dice que hay que comprar barato y vender caro, ¿por qué comprar cuando todos compran y vender cuando todos venden? Haga lo contrario, lo que dicta el sentido común, pero hágalo con método.

No confunda precio y valor. Una acción puede parecer atractiva por su bajo precio pero en realidad carecer de valor. El buen gestor de fondos es el que invierte en acciones de compañías sólidas a un precio justo, es decir por debajo de su valor real. Pero si usted no es un profesional financiero, yo le recomendaría que no invirtiese directamente en acciones o bonos, aprovéchese de los fondos de inversión bien gestionados y suficientemente diversificados. Pero, sobre todo, nunca compre nada ni tome decisiones de inversión basándose en lo que oye en el gimnasio o en función de lo que un amigo le dice que ha ganado con tal o cual “chollo”. Ojo con los sabios. Cuestiónese los consejos de los grandes gurús gestores de fondos cuando recomiendan algún activo o mercado. Probablemente, si hace tiempo que tienen este activo en cartera, están, con su recomendación, incitando a que otros (sus lectores) quieran comprarlo, y ellos desinvertir a más alto precio.

Recuerde que el peor enemigo de su ahorro puede ser usted mismo. Si toma decisiones basadas en consejos sin fundamento, en el miedo o en la euforia, es muy probable que se equivoque. Pero mantener la calma en momentos de fuertes subidas de los mercados o en momentos de pánico no siempre es fácil. Por eso lo mejor es tener un asesor de confianza cualificado, y a ser posible certificado, que le ayude, no sólo a tomar decisiones adecuadas y basadas en el conocimiento sino, sobre todo, a abstraerse de sus emociones.

Como pueden ver, para gestionar nuestros ahorros no existen recetas mágicas, existen unas pautas y conceptos que casi todos conocemos, pero que a menudo se olvidan o se ignoran. Pero si siempre los tuviésemos presentes y los aplicásemos, seguramente se habrían evitado situaciones como las que hoy afectan a muchos ahorradores desencantados.

¿Sabía usted que quien invirtió en la bolsa mundial (índice MSCI World) en marzo del 2009 (apenas hace tres años), en el momento de mayor caída de los mercados, hoy está cerca de doblar su inversión? ¿Se lo recomendó su banquero entonces?

Del tocho al fondo inversor


El ahorro de las familias españolas está concentrado en inmuebles (en torno a un 80%), por su histórica percepción de inversión segura y rentable. Sin embargo, desde el 2008 los precios en el sector inmobiliario han bajado ostensiblemente y su reducida liquidez en comparación con los activos financieros se ha acentuado aún más.

En este contexto, la alternativa al ahorro inmobiliario es el ahorro financiero, pero ¿qué productos son los más adecuados?

Desde el 2008 la percepción del riesgo ha cambiado sustancialmente. Así, el 52% de los inversores en el 2011 se considera conservador, frente al 25% en el 2009.

En ese sentido, los atributos que más tiene en cuenta el inversor son seguridad, rentabilidad, transparencia, liquidez y fiscalidad.

Por tanto, la seguridad es hoy una cuestión relevante ante las numerosas insolvencias empresariales que han derivado en pérdidas totales de la inversión. La transparencia ha adquirido una importancia notable, ya que el inversor demanda cada vez más información. El factor liquidez es ya muy relevante a la hora de decidir entre un producto financiero u otro y tampoco se debe olvidar la fiscalidad, sobre todo tras el reciente aumento de impuestos al ahorro. Pero ¿existe algún producto financiero que reúna todas estas características? Sí, el fondo de inversión.

Los fondos tienen la obligación de diversificar sus inversiones; entregan a los inversores antes de la compra un documento claro en el que se menciona el perfil de riesgo de la inversión, los costes que conlleva, la fiscalidad aplicable; permiten a cualquier partícipe reembolsar su dinero en un plazo máximo de setenta y dos horas sin penalización por rescate anticipado (salvo en los fondos garantizados), y el inversor no paga impuestos hasta que reembolse el dinero, frente a otros productos que pagan rentas periódicas o se amortizan en un plazo corto. El partícipe de un fondo puede llegar a no tributar nunca por las ganancias acumuladas.

Finalmente, no debe olvidarse que los fondos permiten a los partícipes traspasar sus inversiones de fondos conservadores a fondos arriesgados o viceversa, permitiéndoles ajustar sus inversiones a sus necesidades de riesgo o a las nuevas perspectivas de los mercados. Todas estas características han permitido que a nivel mundial los inversores de todo el mundo canalicen 18 billones de euros (18 veces el valor de la economía española, su PIB) a través de fondos de inversión.

Fuente: LA VANGUARDIA.com

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