miércoles, 1 de junio de 2011

Mi personalidad financiera


Al planificar tu futuro financiero es probable que parte de tu estrategia consista en invertir, a largo plazo y de forma muy diversificada en el progreso mundial, considerando la eliminación del riesgo aunque alcances menos rentabilidad. A un pequeño inversor los mercados suelen provocar cierta aversión debido a la incertidumbre de las tendencias de éstos. En estos casos es aconsejable hacerse la siguiente pregunta:

¿Qué nivel de tolerancia a la volatilidad estoy dispuest@ a asumir?


El miedo a las fluctuaciones bajistas del mercado es el peor enemigo del inversor. Por eso es sumamente importante estar debidamente informad@ del funcionamiento de los mercados a corto plazo. Un paso indispensable para la correcta planificación financiera es tratar la aversión o tolerancia a la volatilidad.


La aversión o tolerancia a la volatilidad se tiene que tener en cuenta desde dos perspectivas:

1. Una objetiva, que es la capacidad financiera de asumir fluctuaciones bajistas temporales derivadas de la inversión. Esta capacidad vendrá determinada en gran parte por los componentes que ya hemos visto: el presupuesto y la situación económica (ingresos y gastos), los objetivos y el horizonte temporal.

2. La otra perspectiva es completamente subjetiva y se trata de una disposición psicológica a asumir las mismas fluctuaciones.


Una inversión que te quita el sueño o te provoca una úlcera no es buena para ti, por muy rentable que sea. No todo el mundo se siente cómodo con las fluctuaciones bajistas temporales, aunque tengan capacidad financiera para soportarlas. Los inversores con poca tolerancia a la volatilidad pueden sentir pánico durante los reveses momentáneos del mercado y vender cuando no sea el momento oportuno.

En resumen, el factor tolerancia a la volatilidad dicta que la inversión adecuada sea aquella que te permite dormir tranquil@.


Consejos para dormir tranquil@:

1. Sólo destina a la inversión el excedente entre tus ingresos y tus gastos comunes. Elimina primero las deudas por las que paga altos intereses y sanea tu situación financiera actual, antes de tomar decisiones de inversión. Ten siempre una reserva equivalente a 6 meses de gastos en activos relativamente líquidos de los que podrás disponer en caso de emergencia . Nunca inviertas en renta variable fondos que se pueden necesitar a corto plazo.

2. Conoce bien tus objetivos financieros y tu tolerancia a la volatilidad para poder elegir inversiones con un nivel de riesgo, rentabilidad y plazo adecuados para tu perfil. No hay producto "bueno" o "malo", sino adecuado o no al perfil de cada inversor. Tómate tu tiempo y compara alternativas hasta encontrar la que mejor se ajusta.

3. Adquiere los conocimientos financieros básicos para manejar tus inversiones, así mejorarás la comprensión de conceptos y productos financieros, y tomarás decisiones adecuadas a tus circunstancias, necesidades y expectativas. Nunca inviertas en productos que no entiendas. Si no los comprendes, no podrás saber si son adecuados para tu perfil.

4. Nunca tengas prisa excesiva por colocar el dinero. Planifica, tómate el tiempo necesario para reflexionar y jamás dejes de hacer una pregunta.

5. Busca consejo profesional para la toma de decisiones, pero recuerda que la responsabilidad final es tuya. Para evitar disgustos, mantén contacto con tu intermediario y determina el alcance de sus responsabilidades y libertad de actuar, así como su estilo y filosofía.

6. Invierte para el largo plazo en el progreso mundial. Los mercados suben y bajan, pero a largo plazo las subidas van en función del progreso mundial, que es imparable. Mantén el rumbo y no te distraigas con las variaciones diarias. La prensa, los rumores y las predicciones pueden crear confusión y dramatismo, pero el inversor a largo no necesita tomar acciones drásticas debidas a los altibajos normales del mercado.

7. Adapta tus inversiones a su ciclo de vida. En las inversiones a largo plazo, escoje herramientas que las modifiquen gradualmente de manera automática a lo largo del tiempo con el objetivo de maximizar los resultados de la inversión a largo plazo y de disminuir la volatilidad a medida que se acerque el fin del plazo establecido.

Esto se consigue posicionando las inversiones en renta variable al inicio de la inversión y, a medida que se acerca el plazo establecido, posicionarlas en activos de renta variable mixta y posteriormente de renta fija, llegando estás a estar totalmente posicionadas en activos monetarios sin volatilidad al final del período.

8. Siempre de manera coherente con los plazos de tus objetivos, conviene mantener una mezcla de inversiones con distintos horizontes temporales para poder atender a distintas necesidades a medida que se presentan.

Por ejemplo, si inviertes en varios títulos de renta fija, es buena práctica que tengan distintas fechas de vencimiento (por ejemplo, dentro de un año, dentro de cinco años, dentro de diez años). Esta diversificación temporal te protege contra fluctuaciones de los tipos de interés, y asegura unos ingresos en concepto de cupones durante más tiempo.

9. No olvides a Hacienda La eficiencia patrimonial no sólo esta en sacar rentabilidad a nuestro capital, sino en valorar esta rentabilidad en relación a la fiscalidad que tiene el producto. Por ejemplo, mientras que la Letras del Tesoro están exentas, los rendimientos del depósito tienen una retención del 19%, e incluso si se consiguen rendimientos por encima de los 6.000 euros, la tributación se eleva al 21%. Conoce qué producto te beneficia dependiendo de tu estructura patrimonial.

10. Diversifica, diversifica, diversifica.

11. Evita las modas y los gurús de turno, así como la toma de decisiones emotivas. No persigas los éxitos de ayer. Las rentabilidades históricas no son ninguna garantía de rentabilidad futura. Nadie sabe lo que harán los mercados. La disciplina y paciencia son rasgos importantes para el pequeño inversor. El miedo y la avaricia son sus enemigos. Hay que evitar “comprar caro” cuando los mercados viven momentos eufóricos y “vender barato” en los momentos de crisis.

Ejemplo: Uno de los fondos de inversión con más éxito durante la década de los ochenta, tenía una rentabilidad media anual del 20% durante varios años. Sin embargo muchos pequeños inversores perdieron dinero con este fondo. ¿Cómo? Compraron por avaricia cuando el fondo ya había experimentado una fuerte subida, y luego vendieron, presos del pánico, con la primera bajada.

Contrato de propietario de inversiones (El inversor inteligente, pág. 248)

En cuanto a la disciplina, se recomienda hacer aportaciones periódicas y regulares, aunque sean de pequeña cantidad, en vez de esperar lo que pueden parecer momentos oportunos para invertir cantidades más grandes. Esta táctica reduce riesgos y permite comprar más cuando los precios son bajos, y menos cuando los precios suben. A lo largo, resulta más rentable porque no se pierden los mejores momentos de los mercados, y se aprovecha mejor el poder de los intereses compuestos.

12. Si alguien te ofrece una inversión “demasiado buena para ser verdad” lo más probable es que no sea verdad. Nunca confíes en desconocidos que te ofrecen consejos no solicitados sobre inversiones. La CNMV tiene una publicación sobre los “chiringuitos financieros” que merece la pena leer. Nunca comprometas tu dinero sin entender la inversión y los riesgos que conlleva, y recuerda que no existe rentabilidad sin riesgo.

13. Tu perfil de inversor cambiará con el tiempo. Quizá mejore tu situación financiera debido a un aumento de salario, por terminar de pagar la hipoteca o por cualquier otra circunstancia. Quizá empeore al surgir nuevas obligaciones, como el nacimiento de un hijo. Cambios en tu situación personal y financiera pueden significar cambios en tus objetivos de inversión o en su horizonte temporal, resultando así en la necesidad de reevaluar tu cartera y hacer ajustes.

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