lunes, 16 de julio de 2012

Depósitos y pagares, dos productos muy diferentes

Hace un tiempo que las entidades financieras están en boca de todos después de la reestructuración bancaria a la que ahora deberán ser sometidas después de sus excesos en la época de “vacas gordas”, como la sobre exposición al sector inmobiliario. Otra de los temas que han puesto a las entidades bancarias en el ojo del huracán han sido sus prácticas a la hora de comercializar ciertos productos a través de su red comercial, famosas han sido las participaciones preferentes que
han atrapado a más de uno en un producto que parece que no fue explicado a quién lo contrataba.

En este contexto de inestabilidad económica y de cierta desconfianza hacia el sector bancario, habría que encontrar la respuesta a una noticia que pude leer la semana pasada en un diario, en el que informaba que el importe contratado en depósitos había disminuido en 45.000 millones de euros entre septiembre del año pasado y el mes de mayo. El estudio, realizado por BBVA Research, quien tomó como referencia los datos más que fiables del BCE y del Banco de España también revelaba otro dato interesante y preocupante, al indicar que un 64% de ese dinero se habría transferido en pagarés, cuyo importe ha aumentado en 29.000 millones.

Preocupante por qué podéis pensar algunos, pues porqué depósitos y pagarés son dos instrumentos muy diferentes y la sustitución de un producto por el otro debería ir acompañada de un conocimiento de las características de ambos, que muchos de los receptores de estos instrumentos podrían no tener o se les podría no haber proporcionado.

Entre las principales diferencias entre ambos productos encontraríamos:

Liquidez. Entendemos este término como la facilidad para poder convertir el instrumento en dinero en efectivo, o sea la facilidad o dificultad para poder deshacer cada uno de los dos productos en cualquier momento. Mientras un depósito se puede deshacer en cualquier momento, pagando la correspondiente penalización en el tipo pagado por la cancelación anticipada, para deshacer un pagaré hay que ir al mercado y encontrar comprador por el mismo. Además los mercados de pagarés, como AIAF, son poco líquidos, en términos de poca oferta, por lo que la posibilidad de deshacer la posición puede llevar una mayor penalización en el tipo cobrado al no mantener el instrumento a vencimiento.

Garantía. Mientras los depósitos cuentan con la garantía del Estado por un importe de hasta 100.000 € por entidad. Un avalador como un ente público al que mejor no tener que recorrer y más en los tiempos actuales en el que sus arcas están bastante vacías. Aún así, si confiere cierta garantía al producto. Por su parte, los pagarés sólo cuentan con el aval de la propia emisora del instrumento.

Rentabilidad. El principal atractivo de este producto por muchos de los inversores que han optado por él, en detrimento de una rentabilidad de los depósitos que ha ido menguando con las dificultades de las entidades financieras. Pero como todo en los análisis de cualquier instrumento financiero, este se encuentra bajo el binomio riesgo-rentabilidad, con la variable tiempo en medio, porque así como los pagarés pueden dar más rentabilidad, también conllevan más riesgo en forma de menos liquidez a corto plazo y menos garantías que los depósitos.

Por lo tanto, hemos podido ver que los dos instrumentos son más que diferentes y que su sustitución debería ir acompañada de un conocimiento claro de las características de cada uno de ellos.

Fuente: GURUSBLOG.com

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