miércoles, 31 de agosto de 2011

Mantener una estrategia de inversión a largo plazo, según Fidelity

Los inversores no lo han tenido nada fácil estos últimos años y algunos han empezado incluso a replantearse su fe en los mercados bursátiles. Los expertos siempre han señalado que la inversión tiene que tender al largo plazo, pero la reciente evolución de algunos activos ha llevado a los inversores a cuestionar este principio. A pesar del descenso de la confianza por la volatilidad bursátil, la capacidad de las acciones y otros activos para ofrecer rentabilidades atractivas a
largo plazo sigue intacta. Este artículo analiza la influencia de la volatilidad del mercado a corto plazo en el comportamiento de los inversores y las ventajas de una inversión y un ahorro sensatos y a largo plazo.

La última década, en perspectiva


Es perfectamente comprensible que la confianza de los inversores se haya visto afectada negativamente en el entorno actual. Un inversor que hubiera entrado en las principales compañías del mundo hace diez años habría sufrido dos de las peores caídas del mercado en más de 100 años. En primer lugar, habría sido testigo de cómo el valor de sus inversiones se desplomaba tras el estallido de la burbuja tecnológica en 2000. Para 2007 se habría recuperado casi íntegramente de sus pérdidas, pero enseguida habría visto cómo los mercados volvían a hundirse otra vez por el efecto de la crisis financiera mundial causada por la crisis crediticia. Durante este periodo, grandes economías como EE.UU., Japón y Australia han sufrido desastres naturales, los países europeos han engendrado una crisis de deuda pública y las tensiones geopolíticas han colocado el precio del petróleo en niveles récord. A pesar de estas dificultades, los inversores tienen que ser conscientes de las ventajas de usar la renta variable y otros activos de crecimiento para conseguir fuertes rentabilidades a largo plazo.

Para entender por qué las acciones pueden ofrecer crecimiento a largo plazo, conviene repasar la última década desde una perspectiva histórica. Los patrones del mercado revelan que a los periodos negativos les siguen años buenos. Las acciones son una inversión inherentemente volátil, especialmente en periodos cortos. Las subidas y descensos pueden ser frecuentes e impredecibles. Pero a largo plazo, la tendencia de las cotizaciones ha sido subir de forma continua. El gráfico bajo estas líneas ilustra esta idea con datos de EE.UU. La tendencia mostrada durante los últimos 138 años es claramente alcista, pero un vistazo más detenido pone de relieve largos periodos en los que las acciones se movieron de forma lateral entre el límite superior y el límite inferior del canal de tendencia. Esto se aprecia claramente desde comienzos del siglo XX hasta finales de la I Guerra Mundial; durante la Gran Depresión y la II Guerra Mundial; y durante la crisis de inflación de la década de 1970. Sin embargo, entre estos periodos de movimiento lateral aparecen episodios prolongados de alzas. Estos pueden apreciarse desde la primera fase de la globalización en la época victoriana; la explosión del consumismo en EE.UU. entre las dos guerras mundiales; la reconstrucción de la posguerra, y una segunda fase de globalización en las décadas de 1980 y 1990. Aunque la última década ha sido dolorosa para el inversor, la historia nos dice que es sólo el último movimiento lateral antes de que empiece la próxima fase alcista a largo plazo.


El gráfico anterior muestra cómo se ha recuperado el mercado estadounidense de algunos de los mercados bajistas más acusados de la historia. Un punto clave aquí es que aunque el mercado tarda mucho en recuperarse totalmente, alrededor de la mitad de las pérdidas se recupera en un periodo muy breve después de tocar fondo. Las formas en V punteadas de los gráficos ilustran precisamente esto. Nadie sabe a ciencia cierta cuándo un mercado ha alcanzado el punto más bajo de una tendencia. Por lo tanto, un inversor que espera hasta que las cosas pinten mejor se arriesga a perderse los primeros pasos de una recuperación, cuando se pueden conseguir las ganancias más importante.

La búsqueda del siguiente bombazo bursátil


¿Qué podría causar la próxima subida en la renta variable? En primer lugar, hay que pensar que el entusiasmo que rodeó al crecimiento de Internet no iba desencaminado, sino que simplemente era exagerado y prematuro. Diez años después, la excitación se ha evaporado, pero Internet sigue transformando la vida diaria de las personas y las empresas para las que trabajan en formas que hasta hace poco eran inimaginables. En segundo lugar, aunque el crecimiento de los mercados emergentes se ha visto ligeramente atemperado por los problemas en sus grandes mercados de exportación como EE.UU., el desarrollo de las llamadas economías BRIC (Brasil, Rusia, la India y China) que ha alimentado el crecimiento económico mundial durante gran parte de la última década no ha llegado a su fin. Finalmente, existe un argumento de peso que sugiere que habrá una revolución "verde" que impulsará el crecimiento económico en los próximos años a medida que a industria y la sociedad se adaptan a prácticas más sostenibles. Si sumamos todo ello, los argumentos a favor de invertir ahora son mucho más fuertes de lo que la evolución del mercado durante los últimos diez años podría sugerir.

Esperando al largo plazo


El gráfico de la izquierda ilustra cómo la inversión a largo plazo eleva las probabilidades de conseguir rentabilidades positivas. Está tomado de la edición 2011 del Equity Gilt Study, el prestigioso estudio anual sobre las rentabilidades de las acciones y los bonos de Barclays Capital. En él se demuestra que desde 1899 un inversor británico que poseyera acciones (equities, en inglés) durante sólo un año habría podido conseguir una rentabilidad ajustada a la inflación tan buena como +100% o tan mala como -60%. Pero desde 1899 no ha habido ni un sólo periodo de 23 años en el que las acciones hayan perdido dinero. De este gráfico se desprenden dos importantes ideas sobre la inversión a largo plazo. En primer lugar, que cuanto más tiempo se mantiene una inversión, más estrecha es la posible dispersión de rentabilidades. Y, en segundo lugar, que las posibilidades de conseguir una rentabilidad positiva aumentan cuanto mayor es la duración de la inversión. Ambas ideas apoyan los argumentos a favor de mantener una disciplina a largo plazo a la hora de invertir en activos de crecimiento.

Invertir no significa lo mismo para todo el mundo


Las decisiones de inversión tienen que tomarse dentro de un contexto amplio y razonado. Así, los objetivos de ahorro e inversión de una persona, sus horizontes temporales y su apetito por el riesgo deben conformar la base de estas decisiones. Darle un sentido al mercado y entender qué está pasando actualmente en el contexto de su historia es esencial para poder tomar esas decisiones. A continuación abordamos estas consideraciones y algunas estrategias útiles para crear riqueza.

¿Qué tipo de inversor es usted?


La mayoría de los lectores entenderá la importancia de planificar financieramente el futuro y tener un objetivo de ahorro en mente: tal vez la jubilación, unas vacaciones o simplemente para imprevistos. Tal vez también sepa durante cuánto tiempo tiene que ahorrar: un año, diez años, puede que más. Y también se conoce a sí mismo y cómo encajaría la posibilidad de que su inversión se deprecie. Por lo tanto, tiene que ser capaz de determinar cuánto riesgo está dispuesto a asumir. El riesgo de inversión es como el control de volumen de un amplificador: puede subirlo o bajarlo a su gusto. En teoría, cuanto más riesgo pueda o quiera asumir, mayor será su recompensa potencial. Naturalmente, más riesgo también significa mayores pérdidas potenciales.

Riesgo bueno, riesgo malo


La noción de riesgo ha tenido mala prensa en los últimos meses debido a los excesivos riesgos asumidos por algunos y las recompensas desproporcionadas que salieron a la luz durante la crisis financiera mundial.


Esta reacción malinterpreta la naturaleza de la inversión. Existe el riesgo bueno y el riesgo malo. El riesgo bueno es el riesgo calculado que se remunera adecuadamente y el riesgo malo denota decisiones tomadas a la ligera que a menudo conducen al desastre. Las extraordinarias rentabilidades superiores a largo plazo de las acciones frente a los bonos y los activos monetarios reflejan la recompensa que los inversores han obtenido a cambio del riesgo calculado de invertir en acciones.

Varios tipos de activos a disposición de los inversores


La inversión es una forma de crear riqueza a largo plazo, pero los inversores tienen que elegir entre una gama de alternativas de inversión atendiendo a sus expectativas de riesgo y rentabilidad. Los activos monetarios son la inversión más segura. Su problema como activo de ahorro a largo plazo es que su seguridad tiene un precio. Los tipos de interés en las grandes economías están en niveles próximos al cero y el poder adquisitivo del dinero merma incluso con una tasa de inflación relativamente baja.

Los bonos son emitidos por los estados y las empresas para captar financiación. A cambio, el emisor paga al inversor un tipo de interés fijo durante la vida del bono y devuelve la cantidad inicial íntegra al vencimiento. Una vez emitidos, los bonos se pueden negociar en mercados abiertos de forma que los propietarios posteriores pueden comprarlos y venderlos por un importe superior o inferior a su valor nominal. Los bonos emitidos por estados se valoran en función de los tipos de interés oficiales en el país de emisión y las perspectivas de crecimiento e inflación. Sin embargo, los bonos conllevan el riesgo de impago, que ocurre cuando el emisor no puede afrontar los pagos de los intereses y el principal.

Inversiones alternativas: los inversores pueden comprar activos como inmuebles terciarios, materias primas y otros activos "alternativos" a través de los fondos de inversión. También ofrecen un alto potencial de revalorización y más riesgo que, por ejemplo, los activos monetarios o los bonos.

Las acciones ofrecen recompensas potenciales a largo plazo porque los inversores pueden beneficiarse de la revalorización de una empresa y, además, participar de los beneficios empresariales distribuidos como dividendos. Las acciones también han mostrado un alto grado de protección frente a la inflación, pero son una clase de activo volátil, como se puede apreciar durante la última década.

El valor de los dividendos


Cuando las cosas van bien y la Bolsa sube con fuerza, ese pequeño porcentaje extra de rentabilidad que añade el dividendo puede parecer algo simbólico. Sin embargo, cuando la debilidad hace mella en los mercados, la rentabilidad extra de los dividendos se convierte en un componente valioso de la rentabilidad total, especialmente con el paso del tiempo y a medida que los dividendos reinvertidos se van capitalizando. Por ejemplo, 1.000 dólares invertidos en el índice Dow Jones Industrial Average en diciembre de 1987 habrían crecido hasta un total de 6.263 dólares actualmente. Pero si se hubieran reinvertido los dividendos, esta cifra casi se duplicaría hasta los 11.371 dólares. Los dividendos también pueden ser más fiables que los beneficios empresariales y las cotizaciones durante un mercado bajista, porque muchas empresas generalmente se esfuerzan por mantener su política de dividendo incluso cuando sus beneficios caen temporalmente.


El gráfico anterior muestra cómo se ha recuperado el mercado estadounidense de algunos de los mercados bajistas más acusados de la historia. Un punto clave aquí es que aunque el mercado tarda mucho en recuperarse totalmente, alrededor de la mitad de las pérdidas se recupera en un periodo muy breve después de tocar fondo. Las formas en V punteadas de los gráficos ilustran precisamente esto. Nadie sabe a ciencia cierta cuándo un mercado ha alcanzado el punto más bajo de una tendencia. Por lo tanto, un inversor que espera hasta que las cosas pinten mejor se arriesga a perderse los primeros pasos de una recuperación, cuando se pueden conseguir las ganancias más importante.

Diversificación una estrategia de inversión sensata


La diversificación siempre se ha considerado la primera línea defensiva para reducir el riesgo de inversión. Repartir los activos entre diferentes tipos de inversiones reduce el impacto de una caída inesperada en una de ellas. De hecho, reduce la importancia de cada decisión que toma un inversor. Estudios realizados por Fidelity revelan que las clases de activos más importantes se comportan de forma diferente en cada momento del ciclo económico. Trevor Greetham, director de Asignación de Activos de Fidelity, nos lo explica: "Últimamente, en las Bolsas no ha habido ningún refugio. Sin embargo, la renta variable y la renta fija con frecuencia se mueven en direcciones opuestas. Las materias primas se mueven a su propio ritmo, a veces en paralelo a las acciones y a veces al contrario que ellas. Cada vez que termina una racha alcista en una clase de activo, otra toma el relevo. Cuando las acciones tocaron techo en 2007, las materias primas empezaron a subir con fuerza. Cuando las materias primas perdieron fuelle a mediados de 2008, la deuda pública ocupó su lugar. Cuando la economía mundial supere las dificultades actuales, las acciones se volverán a poner en cabeza. Una cartera diversificada de acciones, bonos, materias primas y activos monetarios habría registrado un buen comportamiento a lo largo de los últimos 30 años con un nivel de volatilidad bajo".

¿Cuándo es mejor momento para invertir?


Programar a la perfección las inversiones para que coincidan con los máximos y los mínimos de los ciclos de mercado generalmente resulta imposible. Los inversores a largo plazo suelen estar en mejor disposición de mantener la calma durante los periodos de volatilidad. Anthony Bolton, presidente de inversiones de Fidelity, avisa: "El peor error que puede cometer un inversor particular es dejarse atrapar por los mercados cuando están altos y la nota dominante es el optimismo, y salir escaldado en los momentos en que los precios caen y las perspectivas son inciertas". El reto para los nuevos inversores es también una cuestión de tiempos. Muchos inversores esperan con impaciencia a que aparezca el que en su opinión es "el momento adecuado". Desgraciadamente, ese “momento adecuado” sólo se manifiesta con claridad cuando ya ha pasado. El peligro real de perderse ese mínimo clave es que a menudo la primera fase de la recuperación es la más fuerte. Tras la explosión de la burbuja puntocom, la Bolsa estadounidense necesitó 56 meses para recuperarse totalmente, pero la mitad de las ganancias totales se concentraron en los 16 primeros meses*.


La clave es invertir pronto


La ortodoxia sugiere que la clave para elevar la riqueza a largo plazo no es elegir el momento de entrar en el mercado, sino "pasar tiempo" en el mercado. Por lo tanto, empezar a invertir pronto es importante. El efecto de la capitalización, es decir, el crecimiento exponencial que se puede obtener consiguiendo intereses sobre los intereses conseguidos previamente, es importante. Cuando antes empiece a invertir, más tiempo pasarán sus activos en el mercado trabajando para usted. Comenzar esta estrategia hoy o mañana no es demasiado tarde, pero no hacer nada puede llevar a una carencia de activos cuando más se necesitan.

Comprar al precio medio ponderado mediante aportaciones periódicas es un consejo valioso.


Los inversores preocupados por la elección del momento para invertir pueden realizar pequeñas aportaciones periódicas a sus activos a lo largo del tiempo. Los ahorradores regulares, incluidos aquellos que invierten en planes de pensiones de aportación regular, pueden conseguir recompensas a largo plazo. Esto puede ser especialmente eficaz cuando los mercados se encuentran en un punto de inflexión. "Comprar la U" describe el proceso de inyectar dinero lentamente en el mercado mientras está cayendo, mientras está en mínimos y cuando gira y se recupera. Las inversiones mensuales son una forma de beneficiarse del mercado con independencia de su evolución: si la Bolsa sube, las acciones que ya posee se revalorizan; si la Bolsa baja, con su nueva aportación comprará más acciones. Este enfoque elimina la inquietud de elegir el momento para hacer grandes inversiones, puede suavizar los máximos y los mínimos del mercado e incluso mejorar el resultado final de un inversor. Como se muestra en el ejemplo, el ahorrador regular concluye el periodo con una inversión que vale más que si se hubiera invertido la cantidad total al principio, aun cuando las participaciones tienen el mismo precio al comienzo y al final del periodo.


Un plan de inversión mensual puede ser un buen método para mantener una estrategia de inversión a largo plazo y es una forma útil de ser disciplinado en el ahorro para el futuro. El ahorro regular se convertirá rápidamente en una práctica rutinaria y una parte esencial de su presupuesto. Invertir no es nunca algo que "se hace y se mete en un cajón"; requiere una supervisión regular. Aunque las decisiones sobre el momento adecuado para comprar y vender diferentes tipos de activos es mejor que estén en manos de gestores profesionales, instaurar la disciplina de la inversión regular en activos de crecimiento tiene como objetivo crear riqueza para cuando más se necesite.

En pocas palabras


. La volatilidad bursátil y el aumento de la incertidumbre debido a los acontecimientos internacionales han minado la confianza de los inversores. Este incremento percibido del riesgo asociado con las inversiones de crecimiento puede ser perjudicial para la acumulación de riqueza a largo plazo.

. Las rentabilidades históricas de las Bolsas muestran que la inversión en acciones puede ofrecer recompensas a largo plazo a pesar de la volatilidad a corto plazo y los periodos de perturbaciones en el mercado.

. La dinámica del comportamiento humano influye a la hora de definir el enfoque de la inversión. Las decisiones que se toman y las preferencias personales pueden tener un profundo efecto sobre la creación de riqueza.

. Las estrategias contrastadas como la capitalización de rendimientos, el comprar al precio medio ponderado gracias a las aportaciones periódicas, y la diversificación siguen siendo principios válidos a la hora de incrementar el patrimonio personal.

Fuente: Fidelity

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